miércoles, 6 de febrero de 2008

Extelar la Aurora


HISTORIA DEL EXTELAR LA AURORA
VALLADOLID YUCATAN
C.P. 97780,
TEL 9858561318

Piedra angular en el desarrollo de la industria en Yucatán fue el “Telar la Aurora”, que se encuentra frente a la plaza del barrio de la Candelaria en la calle 42 entre 44, 33 y 35.

Esta fábrica surgió poco después de la guerra de la independencia gracias a los buenos resultados que se lograron en el Oriente de Yucatán con el cultivo del algodón. Con el éxito de este cultivo, proliferaron las industrias manuales, destacando la Aurora, pues no existía en el país otra de su magnitud.

Pedro Sainz de Baranda, quien fue jefe político de Valladolid, vice gobernador y gobernador de Yucatán, al abandonar los puestos públicos se dedico a las actividades industriales y estableció en 1843 en esta ciudad “La Aurora de la Industria Yucateca”, fabrica de hilados y tejidos completamente mecanizados. Fue la primera que uso la fuerza de vapor en toda la republica Mexicana.

A falta de arquitecto, Sainz de Baranda hizo el plano y procedió a la construcción; dos veces cedió la bóveda y se desplomo el edificio, pero al fin consiguió su objetivo. El investigador Víctor Suárez Molina, apuntó que el capital inicial de la Aurora fue de cuarenta mil dólares, tanto para la construcción como para la maquinaria. Este dinero fue proporcionado en partes iguales por Sainz de Baranda y su socio John L. McGregor un escocés establecido en Yucatán.

La maquinaria fue de los últimos modelos utilizados en los Estados Unidos y fue instalada por el técnico de Estados Unidos John Burke; para ese entonces la fabrica apenas había producido setenta piezas de manta, pero luego con la dirección de Burke la producción llego cuatrocientas yardas de tela, cantidad suficiente para proveer las necesidades de la península, luchar contra la introducción de contrabando traído de Belice, surtir a una parte del mercado nacional e incluso exportar.

Los productos de “La Aurora” llegaron a ser de una calidad tal que se compraban ventajosamente con los producidos en el extranjero.

Para Valladolid y su distrito la fábrica fue una fuente de riqueza. El hecho de que a maquinaria fuera movida por vapor favoreció la oferta de trabajo a decenas de campesinos que entregaban leña permanente.

Además se intensificó la siembra de algodón para surtir las necesidades de la fábrica, lo que en menos de diez años consumió 15518 carga.

Y a esto le sumamos que en sus telares trabajaron 117 obreros, a los que se les pagaba a base de producción individual, alcanzando salarios mayores que el doble de los acostumbrados en la región.

Don Pedro había sido nombrado gobernador y por una revolución política fue depuesto del oficio; cuando los dependientes de la fábrica quisieron celebrar el grito de Dolores fueron apresados durante seis meses, tiempo durante el cual la estuvo cerrada la fábrica.

También estuvo paralizada en dos ocasiones: la primera por la perdida de la cosecha de algodón y la segunda por la hambruna que sufrió la gente de Yucatán por falta de maíz y fríjol, problemas a los que Don Pedro supo sobreponerse y sacar adelante la factoría.

En 1844, el ministro de hacienda nulifico un decreto del año anterior en el cual se autorizaba la entrada de todo producto natural o industrial por cualquiera de los puertos nacionales, por lo que los productos de “La Aurora” eran decomisados en el puerto de Veracruz y Tampico por considerárseles contrabando.

La fábrica tuvo que disminuir la intensidad de sus actividades, al despedir poco a poco a su personal.

El golpe definitivo fue cuando La Asamblea Legislativa de Yucatán en 1846, bajó los derechos a ciertos tejidos de algodón; aunque esto favorecía a los comerciantes de este genero, fue perjudicial para la única fabrica de hilados y tejidos que existía en la península la cual tuvo que cerrar por incosteabilidad.

Dos años después de la muerte de su fundador (1845), la fábrica fue destruida por el fuego cuando los rebeldes atacaron Valladolid.

El ex telar ocupa un edificio construido de mampostería con techos abovedados sostenidos por contrafuertes. Sus dimensiones son de 45 por 75 pies, ocupando una extensión total de alrededor de 150 x 200 pies. La construcción esta rodeada por una barda de más de tres metros de alto.

El edificio principal albergaba en dos pisos las plantas de alijar, cardar, hilar y tejer. Junto a el estaba la casa de calderas, la maquina de vapor, un patio y dos almacenes. El primer piso tuvo 25 telares y en el segundo un millar de hiladores, un descargador y una desmontadora.

En 1962 este edificio fue uno de los tres acantonamientos que tuvo el XXXVI Batallón de Infantería. Fue necesario acondicionar el lugar, que se encontraba prácticamente destruido. A principios de 1968 se desocupo al terminarse la construcción de su propio cuartel.

En 1969 el ex telar fue sede de la escuela Secundaria Federal No. 7, la cual funciono ahí hasta 1972.

Luego el recinto fue utilizado como cárcel pública y sede del Juzgado Tercero de Distrito, que permaneció ahí seis años.

Durante la administración municipal 1979-81, con el apoyo de la Secretaria de Asentamientos Humanos y Obras Publicas se restauro el ex telar bajo la dirección del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. El programa de restauración consistió en integrar el parque a la fábrica y rescatar así un rincón colonial. En el interior se construyo un teatro que puso en servicio el gobernador Francisco Luna Kan.

En 1985 se inauguro ahí la Biblioteca Publica Regional “Pedro Sainz de Baranda No. 947, bajo la administración Municipal el C. Gonzalo Escalante Rosado.

La Biblioteca inicio con material bibliográfico y en la actualidad cuenta con un Modulo de Servicio Digital de 12 computadoras, donadas por la Fundación Bill y Melinda Gates y CONACULTA.

martes, 5 de febrero de 2008

Biblioteca Pedro Sainz de Baranda Valladolid Yucatan


Pedro Sainz de Baranda y Borreyro

1787-1845



Marino e Industrial. Nació en la ciudad de Campeche el 13 de marzo de 1787, hijo de Pedro Sainz de Baranda y Cano, español que desempeñaba en el puerto el cargo de Ministro de la Real Hacienda y de María Josefa Borreyro de la Fuente, originaria de Campeche. En 1805, a bordo del navío Santa Ana, participó en la célebre batalla de Trafalgar, entre flotas franco-españolas e inglesa. Por Licencia Real regresó a Campeche en agosto de 1808, pero al enterarse de que Francia y España estaban en guerra decidió alistarse nuevamente, recibiendo del Gobernador y Capitán General de la Provincia de Yucatán, el nombramiento de Comandante del pailebot de guerra Atenor, en el que zarpó de Campeche rumbo a la Habana, Cuba.
En febrero de 1841 se retiró a la vida privada y falleció en la ciudad de Mérida el 16 de septiembre de 1845. Años más tarde sus restos se depositaron en la Catedral de Campeche, donde estuvieron hasta marzo de 1987.